domingo, 27 de septiembre de 2015




AMANTES NÁUFRAGOS



Se tocaron las manos.

Se miraron a los ojos
mientras sus cuerpos
arrastrados por la corriente
se alejaban en silencio.

La luna, cómplice,
observaba escondida
llorando lágrimas de plata
mientras la barca, partida en dos,
zozobraba mar adentro.

Por unos minutos
el mundo dejó de existir.

Llanto sin sonido,
desgarro del alma.
Dolor en silencio,
dolor compartido.

Transgresores de toda ley,
                               al amanecer,
el destino los separó.
Quien sabe a qué lugar los llevaría.

Agotada toda esperanza
se ofrecieron una sonrisa
sin saber si volverán a verse,

pero quedará en sus mentes
el recuerdo de esa noche,
donde fueron uno
por unos instantes...
bajo el mismo cielo.

                    Antonio Baños